Antes de su excavación ya se conservaban al descubierto los restos de dos pequeños recintos abovedados contiguos, uno de ellos derrumbado. Ya aparecían referenciados en las Relaciones de Felipe II en las que se nos dice que “[…]e fuera de la dicha ciudad, alrededor de ella, paresce haber tenido baños porque las bóvedas y edificios de ellos están hoy enteros[…]” (Viñas y Paz, 1963: 146), quedando en el imaginario popular como los restos del “baño de la Mora” como también se conoce el arroyo que discurre cerca de los restos.
Este tipo de establecimientos, que fueron muy frecuentes en el mundo islámico y, por ende, en todo al-Andalus, seguían la tradición de los baños romanos y, como ellos, presentan una estructura similar, aunque la distribución de las distintas dependencias suele variar. Su construcción y decoración internas también podían ser muy diversas, en función de las condiciones socioeconómicas de los que las frecuentaban.
Los baños de Vascos conservan todas las dependencias características de estos establecimientos. Se encuentran localizados fuera de la ciudad, pero próximos a la Puerta Oeste y junto a un arroyo del que se abastecería de agua, tal vez por algún sistema del que no se ha conservado ningún resto. Muy posiblemente el acceso a los baños se haría por un camino que discurriría entre la mencionada puerta y la muralla, y que desembocaría en un patio o zaguán, abierto al aire libre, enmarcado por la leñera y un sólido muro de delimitación del recinto en su parte este.
De este pequeño patio se pasaría a una habitación, que serviría como vestíbulo aunque también como vestuario y sala de descanso, que en árabe se conoce como bayt al-maslaj. Los usuarios utilizarían los dos escalonamientos que conserva alrededor de sus muros, en los que, a modo de bancos, podían ser utilizados para sentarse, tumbarse (en el superior) y dejar sus prendas. La habitación estaría cubierta por un tejado de tejas y el suelo y parte de los bancos están cubiertos por grandes lajas de pizarra. De esta habitación, y por un estrecho pasillo, se pasaba a otra pequeña cuya finalidad resulta muy difícil de precisar; tal vez podría ser una pequeña sala de reposo o para algún tipo de baño especial.
Desde el inicio del pasillo y por una pequeña escalera, se bajaba a la habitación del baño frío (bayt al-barid) donde los bañistas recibían el agua fría. En el ángulo noreste de esta sala se conserva un pilón tallado en la roca –cubierto originariamente con lajas de pizarra-, en el que se recogía el agua traída desde el exterior por un canalillo de tejas y que servía para que los usuarios se echasen encima el agua fría. Es posible que el suelo de este espacio también hubiese estado constituido por lajas de pizarra para conseguir la necesaria impermeabilización. Esta sala estuvo cubierta por una techumbre de tejas.
De esta sala se pasaba a la contigua, la del baño templado (bayt al-wastani), a través de una puerta de la que se ha conservado la parte baja de las jambas. Se trata de un espacio estrecho y alargado, cubierto con una bóveda de medio cañón que estaba completamente hundida. Los muros de esta sala, que estuvieron recubiertos por un revoco de cal sobre los que se hicieron algunos graffitis, están construidos con grandes bloques de piedra; sin embargo no se ha conservado ningún resto del pavimento original.
La sala contigua a ésta es la del baño caliente (bayt al-sajun), de características constructivas similares a la anterior, también cubierta por una bóveda de cañón, que por fortuna conserva todavía parte de su arquitectura. Por debajo de su suelo existía un hipocausto -calentado por el horno de la leñera- sobre el que se echaría agua que al evaporarse provocaría las condiciones para realizar un baño de vapor. La salida de humos del hipocausto se haría por las dos aberturas verticales –toberas- que se conservan en sus muros. Presumiblemente en el techo de esta estancia se ubicarían unas luceras (generalmente de forma estrellada) que servirían para liberar la condensación de aire de esta habitación, pero también para iluminarla.
En último lugar existía un pequeño recinto contiguo a la sala del baño caliente sin comunicación directa con ella, destinado a la leñera, donde se guardaría la leña y restos orgánicos que alimentarían al horno que servía para calentar el hipocausto. También es posible que en este horno se calentase agua en una caldera (al-burna) sistema frecuente en otros baños conocidos - que luego serviría para ser utilizada en los baños caliente y templado.
Este modesto hammam se ubica en el arrabal de la ciudad y adem�s en la proximidad de una de las puertas de acceso a la misma, como se ha podido observar que ocurre en otras ciudades andalus�es. Los principales usuarios, por tanto, ser�an los habitantes del arrabal y del sector oeste de la ciudad, aunque tambi�n ser�an frecuentados por los viajeros que llegasen a Vascos y que, antes de entrar en la ciudad y acudir a la mezquita o a la alcazaba, se lavar�an y purificar�an entrando en los mismos.
Uno de los mejores baños andalusies conservados se puede encontrar en Ja�n en el palacio de Villardompando. En el video se puede observar una recreación en 3D del mismo.
-----------
Viñas, C. y Paz, R. (1951) Relaciones histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España
hechas por iniciativa de Felipe II: Reino de Toledo,
Madrid. Pp 450- 451. Texto completo (Accesible marzo 2011)